martes, 8 de marzo de 2011

Consideraciones sobre el examen libre de la ESO -1-

Como profesores el examen libre de la ESO es el que más satisfacciones nos da y también el que más decepciones nos provoca.

Satisfacción, porque aquellos alumnos que ponen un poco, sólo un poco, de esfuerzo, ya no decimos estudiar, decimos leer el temario, aprueban en un 90%.

Si a ello añadimos que tal y como está estructurado en la actualidad la manera de examinarse, el mismo alumno puede presentarse en varias Comunidades Autónomas el mismo año, en la misma convocatoria, con lo que las posibilidades de aprobar todo el mismo año aunque sea en provincias distintas se incrementa de manera exponencial.

Pero también nos provoca el mayor número de decepciones. Nos decepciona el ver que una prueba tan sencilla no es superada porque el alumno no pone ese mínimo grano de arena, ese mínimo esfuerzo necesario. Esto se puede achacar a miles de circunstancias pero quizás la principal sea la que me contó mi sobrino de 18 años hace tiempo cuando me dijo “Yo no leo ni los carteles de la calle”.

Y es cierto. Estamos en la cultura de “lo visual”, de aquello tan dañino, si lo sacamos fuera de contexto, de “una imagen vale más que mil palabras”. Estamos en la cultura de la fotito tonta para “echarse unas risas” o del “léelo tú y luego me lo resumes”.

Pero de nada sirve quejarse, sino que tenemos que adaptarnos. Por eso nuestro método para que los alumnos aprueben es visual. Tenemos que aceptar que una clase de Geografía o de Historia no puede ser como la que nos daban en nuestro tiempos, recitar fechas, nombres y batallas. Vamos, hasta para los que nos gusta la Historia, era soporífero. Y eso, imaginadlo con un tono de voz monocorde y a las 4 de la tarde. Vamos, lo mejor para la siesta o para evadirte a otros mundos (en este último campo yo era un experto).

Necesitamos que el que acude a una clase vea “picada” su atención. Que cuando vea la foto o el cuadro de alguien se de cuenta que era feo/guapo/alto/bajo/hortera y/o con clase. Y, aunque parezca mentira, que sepa que ese que están viendo existió. O cuando ven un paisaje, puedan llegar a visualizar en su mente lo que allí sucedió o está sucediendo. Y cuando ven una foto desde el espacio, sepan que el mapa que van a ver a continuación es muy similar a esa misma foto porque es la misma región o país.

Nuestro objetivo es que el que nos escucha se veo picado en su curiosidad y quiera saber más y entonces se dará cuenta que sólo puede satisfacer su curiosidad leyendo, (en su ordenador o, cada vez de forma más rara, en un libro). Nuestro objetivo es que, además de aprobar el examen libre de la ESO, tengan una mínima base cultural para el futuro, esa base la llamamos “curiosidad por saber algo más”.

Nuestro sistema para aprobar la ESO no es algo revolucionario, novedoso o extraordinario. Lo único que buscamos es que sea “motivador”. Que sepan que aprender cosas puede ser muy útil en su vida social y a algunos les puede servir hasta para ligar (“jo cariño, cuanto sabes”).

Y para los que creen que ya “se les ha pasado el arroz para ponerse a estudiar”, que entiendan que nuestras clases no son algo a lo que, como antiguamente pasaba, hay que someterse. Aquellos sitios siniestros con un profesor malhumorado y gritón de los años 80, en que si te movías o hablabas te ponían de vuelta y media. En nuestras clases, cuanto más hables, te comuniques, preguntes y te equivoques mejor. Así es como se aprende la cultura, casi sin darnos cuenta.

Porque parafraseando a cierto sabio de la antigüedad: “La cultura es un sabio hecho a trompicones” .

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