El cerebro está dividido en dos hemisferios, el derecho y el izquierdo, cada uno con diferentes características:
· El hemisferio izquierdo, analítico, es el responsable del lenguaje, del razonamiento lógico y del pensamiento secuencial. Es el que domina las funciones que se consideran esenciales en el trabajo intelectual.
· El hemisferio derecho es el que se encarga de las funciones más pasivas o receptivas: la intuición, los sentimientos, la imaginación,... Procesa la información a través de las imágenes de forma global, sintética e integradora.

Cuando ignoremos el significado de una palabra la buscaremos en el diccionario y asimilaremos un nuevo concepto. Este proceso se denomina dar sentido, y es el que más acostumbramos a utilizar inconscientemente para aprender.
El cerebro no adquiere y almacena la información de forma caótica: la organiza siguiendo una lógica para que pueda ser recuperable y útil. Como norma general, los conocimientos deben asimilarse estructurada y organizadamente, de forma que queden claras las imágenes de conjunto. Lo mejor es ir de lo general a lo particular. Otra cosa que nos ayuda bastante es convertir en imágenes mentales los conceptos de una materia, ya que eso nos ayudaría a retenerlos con menos esfuerzo.
Si profundizamos más en la memoria, he de deciros que existen tres tipos, cada uno de ellos con unas características muy particulares:
· Memoria sensorial: es una especie de memoria fotográfica de duración muy corta, apenas unos segundos. Recibe información a través de los sentidos.
· Memoria a corto plazo: es aquella por la cual recordaremos perfecta e intencionadamente un dato instantes después de haberlo percibido.
· Memoria a largo plazo: es la más importante en el aprendizaje. Gracias a ella recordaremos información almacenada hace mucho tiempo. Toda esta información estará siempre a nuestra disposición cuando queramos.

Sin embargo, una parte importante de la información que almacenamos se olvida o su recuperación falla cuando más la necesitamos. Lo que determina que una información pase a almacenarse, o no, está en la manera en la que la hemos adquirido. Si la información ha sido asimilada de forma significativa, vinculándose con los conocimientos previos, tendrá muchas posibilidades de entrar en la memoria a largo plazo. Si por el contrario los datos han sido memorizados de forma mecánica, sin aquella conexión, serán más volátiles y difíciles de recuperar, o sea, más fáciles de olvidar. Cuando sea necesario memorizar unos datos que no puedan ser conectados a ningún saber previo, la alternativa consistirá en crear un marco de referencia artificial (una asociación que facilite el recuerdo, como las reglas mnemotécnicas).
Otro de los factores que influyen en que la información pase a ser significativa y se recuerde a largo plazo es la repetición. Se puede haber comprendido una materia y tener la sensación de que está bien grabada en nuestra memoria, pero lo cierto es que si no la refrescamos cada cierto tiempo, corremos el riesgo de perder muchos detalles.
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